sábado, 31 de agosto de 2013

¿Observar mis clases?

¿Para qué observan mis clases? ¿Me observarán para aconsejarme sobre qué debo mejorar? ¿Vienen a ver si los estudiantes me hacen caso? ¿Vienen a observarme para analizar si me renuevan el contrato para el próximo año? ¿Quieren observar lo bien que lo hago para replicarlo? Son algunas de las tantas interrogantes que pueden pasar por la cabeza de un docente, cuando otra persona, se dispone a observar sus prácticas en aula. De esta forma, una pregunta que parece de fácil respuesta, podría no ser tan así.

Observar clases se ha vuelto en los últimos años una práctica sistemática, en la mayoría de los establecimientos educativos. Los Planes de Mejoramiento Educativo SEP vinieron a proponer la instalación de un sistema de observación a la gestión docente en aula, el cual durante los últimos años, ha  dejado de manifiesto lo importante que es saber cómo se implementa el currículum prescrito, con todas las variables positivas y negativas que ello implica.

Una gestión que no deje detalles al azar

Como toda práctica, la observación en aula no está exenta de nudos críticos. Acá, se pueden extraer problemáticas tales como: no contar con un propósito  para las observaciones, aplicar pautas sin consenso previo con los docentes, ambigüedad en lo que se pretende observar, no realizar retroalimentaciones de lo observado, temor de los docentes a una instancia punitiva, entre otras.

La importancia de no dejar detalles al azar, puede ser un aspecto clave para evitar posibles problemas. Sin ir más allá, existen detalles que los encargados de esta práctica tal vez ni siquiera consideran trascendentes, sin embargo, podrían transformarse en el inicio de una reticencia no menor por parte del equipo docente.

Como prueba de lo anterior, una pauta con indicadores precisos, consensuada y aprobada por todos, podría tener alguno de los siguientes encabezados: “Supervisión en Aula”, “Evaluación en Aula”, “Acompañamiento al Aula” u “Observación de Clases”. Sin entrar a explicitar las definiciones de la RAE para los conceptos ya mencionados, la pregunta que surge a partir de lo anterior es: ¿impactará el encabezado de la pauta en la disposición del docente frente a esta práctica? Lo más seguro es que sí, y tal vez, sea una variable que repercuta al momento de aplicar la pauta “aprobada por todos”, no sólo en el que es observado, sino también, en el que observa.

La relevancia del valor que le puedan asignar los propios docentes a esta práctica, puede impactar directamente en su actitud para con quien observa.

Gran responsabilidad de ello, principalmente, recae en la  gestión  que lleven a cabo los equipos encargados de la práctica, los cuales deben resguardar con proactividad, todos los aspectos que puedan potenciar o debilitar el buen desarrollo de ésta.

La finalidad
La observación de clases debe tener una finalidad formativa, la cual sea conocida, compartida y sobre todo, coherente con los propósitos establecidos en el Proyecto Educativo Institucional.

De esta manera, los lineamientos para esta práctica tendrán un sentido más participativo y significativo, contribuyendo así, a la búsqueda de un mejoramiento en la gestión docente, que impacte positivamente en los logros de aprendizaje de los estudiantes.

En síntesis, que cada docente NO se haga la pregunta ¿para qué me observan? Debería ser claramente un indicio de que el equipo a cargo de la práctica SÍ respondió y compartió la pregunta ¿para qué observar clases?

Así, y mejorando detalles como conceptos, precisiones y acuerdos (por ejemplo de observaciones con aviso y/o sin aviso), esta práctica se convertirá en uno de los principales conductos para la mejora continua de cada institución educativa.

Blog:Alexis Moreira

No hay comentarios:

Publicar un comentario